top of page
Buscar

Relatos de conexión: Me voy a comer los libros

Actualizado: 3 jun 2021

Por Varignia


Ayer fue un día difícil para mí. Desde que se levantaron empezaron los: Mamáaaaa, ¡Marta me quitó mi cuaderno!, Mamáaaaa, ¡Josefa me rasguñó la nariz!


Ayyy, y yo conteniendo, explicando, acompañando (y pensando: ¡oh no! ¡otra vez! ¡No paran de pelear estas niñas! ¡Estoy haciendo todo mal!).


En un momento, mientras yo intentaba preparar algo de almuerzo, Marta quiso quitarle un librito para pintar que le regaló mi vecina a Josefa. Marta también había recibido uno, pero de otro tema, entonces quería el de Josefa porque le gustaban más los dibujos.


Josefa, por supuesto que no le quería cambiar el libro. Marta lloraba más. En un momento Josefa le pidió el libro de su hermana para mirarlo y evaluar la posibilidad de cambiárselo. Se lo cambió. Marta siguió llorando porque le gustaba un dibujo del libro que le había cambiado Josefa.


En ese momento pensé: Ufff ¡qué hinchapelotas! Josefa de verdad quería ayudarla y ella ¡ni lo agradece! Y así, mil juicios más. Quedarme ahí no me iba a ayudar a acompañar esta situación, así que logré cambiar mi estado: agradecí a Josefa su ayuda para que su hermana estuviera contenta y validé a Marta en su pena de que si cambiaban el libro no iba a poder pintar ese dibujo. Pasó.


Volví a la cocina y comenzó una pelea por dónde poner los lápices, Josefa los quería justo al medio y Marta los quería al lado suyo. Mamáaaaaaaa.


Convenimos seleccionar los que cada una quería y dejarlos donde ellas quisieran, ¡qué alivio! De repente, Josefa se abalanzó sobre Marta, quería el lápiz amarillo que tenía en su mano.


ree

Yo: Josefa, ¡si tienes un lápiz amarillo igual en tu mano!


J: No tengooooo.


M: Ahí está el lápiz amarillo, ¡es igual al que tengo yo!


J: Yo quiero ese, ¡no este! – amenazando con los dientes a su hermana.


Yo: Marta, puedes pasarle ese lápiz a Josefa para evitar que te muerda y lograr conversar.


M: Noooo.


Josefa empezó a tirarle todos los lápices encima de Marta y a repartirlos por todo el living. No pude contenerme, tomé con fuerza a Josefa en brazos y la saqué de ahí.


Se desató furia. Josefa empezó a tirar cosas al suelo, en eso rompió un instrumento musical importante para su papá. Me empezó a gritar y a tirar cosas. Se llevó libros a su pieza para comérselos. Por un momento, dejé que se llevara libros nuestros a su pieza, pensé que ese ir y venir le ayudaría a regularse. Y así yo también me daba un respiro.


Después de un rato vino a buscar un libro de cocina mío que ella sabe que me gusta mucho. Se puso frente a mí a pasar rápido las páginas mientras me decía que lo iba a romper. De repente paró y rompió la punta de una hoja.


Yo: Josefa, lo siento mucho, pero no voy a dejar que rompas mi libro, ¡ni nada más en nuestra casa!


Se fue gritando a su pieza.


J: Mamáaaaaa, ¡¡¡¡me voy a hacer pipí!!!


La voy a buscar para llevarla al baño. Se sienta, está un poco más tranquila y le comienzo a hablar.


J: No me gusta que me hablen cuando estoy llorando.


Yo: Ok (se me olvida, me lo ha dicho varias veces, y así puedo recordar de que no es necesario el sermoneo y que ella aún necesita tiempo).


Después de unos minutos:


Yo: ¿Te sientes más tranquila?


J: ¡Me gritaste!


Yo: Sí. Lo siento, me hubiera gustado no gritarte. Me hubiera gustado acompañarte de otra manera. ¿Te enojó cederle el libro a tu hermana? ¿No querías hacerlo?



J: No.


Yo: Mmmm, ¿Quizás estabas frustrada de antes porque no nos quedamos a almorzar donde tu amigo y tu realmente querías?


J: Síiiii, ¡¡¡yo quería jugar con su video juego!!!!


Yo: Ahhh, ¿estás enojada porque te hubiera gustado que yo te dejara ahí para que jugaras video juegos?


J: Siiiii, tu nunca nos dejas jugar video juegos.


Yo: Te gustaría jugar video juegos.


J: Sí.


M: Mamá, acuérdate que íbamos a cocinar quequitos.


Yo: Sí, ¿quieren cocinar quequitos ahora?


J y M: ¡Sí!


Después de cocinar los quequitos, siguieron jugando, hasta que en un momento empezaron a perseguirse y a pelear. Sentí que ya no tenía energía para contener otro momento difícil y les dije:


Yo: Niñas, la verdad es que quedé muy cansada de acompañarlas durante el día con sus peleas, ahora no me queda ni un poquito de energía para eso, me voy a ir afuera a dar una vuelta y respirar.


M: Josefa, ¿dejemos de pelear?


J: Ya.


Ufff, respiré. Conecté con todas mis emociones.


Culpa por no haberlas podido acompañar de una manera más pacífica, por haberme resistido a acompañar a Josefa de una manera más respetuosa para las dos, y que yo sé que funciona mejor para ella, y evito la escalada, que es haciendo juegos de poder (en otro post se los comparto), por haberme resistido a colaborar con ellas varias veces durante el día.


Frustración por no lograr contenerme y por no cuidarme durante el día.


Rabia por llevar años estudiando y practicando la comunicación no violenta y aún me pasan estas cosas.


Rabia porque esta semana me siento sola criando, por llevar casi un año en pandemia sin poder cuidarme, cuidarnos, y por no poder proveerles a las niñas espacios más ricos de tribu de niños.


Luego me fui hacia la autocompasión: acepta tus limitaciones en este día y en este momento. Hiciste lo mejor que pudiste. Así que aquí estoy observando y aceptando mis limitaciones.


Gracias a esta conciencia hoy he podido estar presente para ellas y para mi.

 
 
 

Comentarios


© 2023 by Nature Org. Proudly created with Wix.com

bottom of page