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Relatos de conexión: Conectar hacia adentro para poder facilitar

  • Bruna
  • 26 abr 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 3 jun 2021

Por Bruna


Escucho a B gritar: “¡muchachos al ataque!”. Lo veo correr con velocidad y precisión subiendo un cerro lleno de árboles frutales y, en su bajada, saca manzanas y las lanza muy cerca de donde están jugando tres niñas del grupo.


Mientras tanto en mi cabeza pasan todos estos pensamientos: No lo veo, ¿Dónde está? ¿Por qué se aleja tanto de mi campo visual? Noooo, está sacando puras manzanas verdes, ¡pobres arboles! ¿En serio se las va a tirar a las niñas?


Trato de interactuar con él, mientras sigue corriendo hacia abajo, le grito:


-B, creo que las niñas no están disfrutando ese juego, recuerda que acá nos cuidamos, y cuidamos las relaciones.


B no me mira, no estoy segura de que me escuchó… sigue corriendo a toda velocidad hacia la orilla del lago y comienza otro juego en el agua.


Durante el día, ocurren otras dinámicas parecidas, que incluyen bandos, guerras, armas y movimiento, donde no siempre están todos los integrantes contentos con el tipo de juego, en general dirigidos por B. En otras tres oportunidades intervengo y trato de mostrarle el descontento de las niñas, le pido que mire sus expresiones faciales y repito las verbalizaciones de las niñas de malestar y disgusto… sigo sin saber si me escucha.

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Yo tampoco estoy contenta, ¿por qué? Me pongo a investigar


qué me pasa. ¿Qué me evocan los juegos de violencia? ¿Por qué situamos la agresividad en un polo negativo? ¿Por qué el juego de ataque siempre viene de parte de los hombres? ¿Les permitimos a las mujeres ser agresivas? ¿Será que juega así porque está enojado? ¿Cómo acompaño estos juegos?


Me surgen las ganas de poner reglas: acá no se juegan con lanzas, no se interrumpe el juego de los otros niños, no se juega violento, no, no, y no.


Me silencio internamente un minuto y recuerdo que B, realmente es muy hábil con su cuerpo, disfruta mucho los juegos de táctica, y pienso que tal vez le resulta más fácil vincularse desde sus gustos y fortalezas. ¿Será que “atacar” a las niñas, es una forma de invitarlas a jugar? Será que quiere mostrar sus dotes en su grupo de pares.


¿Cómo puedo facilitar este proceso? ¿Cómo puedo mostrarle a B y a las niñas lo que le pasa al otro? A él ya le he visibilizado las necesidades de juego tranquilo de las niñas y lo ha podido respetar por momentos.


Después, les traduzco a las niñas que probablemente B quiere jugar con ellas, pero no sabe cómo invitarlas. Les propongo niñas que se busquen maneras de jugar con B, les planteo algunas preguntas/sugerencias: ¿Qué podrían hacer cuando llegue B de vuelta a sacarles las cosas? ¿Les parece que busquen un lugar seguro para jugar? ¿O esconder sus herramientas? Con esto intento darles autonomía a las niñas, que puedan entender lo que quiere B y elegir cómo quieren jugar.


En un principio ellas no están muy convencidas, pero con tiempo, van tomando más control del juego, y empiezan a disfrutar del juego de tácticas y persecuciones.


Al final del día sigo con mis pensamientos y no estoy segura de que todos disfrutaron la jornada. En eso, se acerca B para despedirse y me dice: disculpa por tirar las manzanas. Luego le comenta a su mamá que lo pasó increíble, y que en este espacio todos nos cuidamos.

 
 
 

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